viernes, 17 de octubre de 2008

Desangelado


Ningún ángel me habita.
A contraluz los párpados se queman
y los oídos con la voz se apagan.
Silencio con palabras tengo.
Mañana…

Si las palabras huyen con sombras
y en el pecho se abren muertas,
me derrumbo en los ecos del viento.
Si hay un ángel no lo quiero.
Me duermo…
¿Y si despierto?...
El tiempo que quiero se agrieta,
y las luces del cielo se alumbran
con los largos mares del fuego.

No. Soy feo.
De barro y sin alas.
Mi nombre no esta
escrito en ninguna jaula.
Miento.
Estoy preso en los cristales
del cielo.

Lejos, inmóvil,
sin luz
de humo. Mi nombre.
He perdido hasta las sombras.
A tientas por el mundo…
en lodo.

Porqué no me rasga
un dedo de ángel;
una pluma,
un labio
que humedezca mi sed?.

Una torre avara
me resguarda.
Leo “Sobre los Ángeles”.
de Rafael Alberti.
Un relámpago
me incendia el sueño,
y no sé dónde poner la espada.
Sergio Astorga