domingo, 10 de mayo de 2015

El Señor de los lentes rayados


El Señor de los lentes rayados quiere ver el movimiento sin cesar. Es un mudo que quiere inventar lo que ve y derramarse en luz. Tiene el genio mal dispuesto. Su axila le recuerda que el olor no se combate con la imagen. El mundo se baña todos los días, venga el azul o no venga, el agua fría corre como remedio a la modorra.
No podemos negar que tiene mil ojos puestos en la cerradura de la puerta del mundo. En un abrir y cerrar de ojos la espuela inquisidora puede tragarse la imagen y dejarla coja, para que los que vuelvan a ver, digan que el mundo está mal hecho. Su mirada es de ombligo, lo que entra ya no sale. Su crueldad es la crueldad del ojo. Si no aguantas esa manera de ver es mejor que te cubras el rostro. Algunos vecino quisieron matar esos ojos, pero no sabían que el mal de ojo no tiene cura. 
Tienen, esos ojos, un encanto andaluz y ese rigor mixteco que teje y desteje. 
No le quites el ojo de encima, que el fusilamiento de la noche puede dejarte sin colores. Recuerda que el encanto entra por los ojos y para que no te entre la ceguera tienes que cerrar la boca.